JURASSIC WORLD EVOLUTION

Jurassic World Evolution nos deja vivir el sueño fallido de inGen poniéndonos en los zapatos de un administrador del parque que debe lidiar con todos y cada uno de los problemas propios de un espectáculo de semejantes proporciones. Tenemos control sobre las investigaciones científicas, las excavaciones hechas alrededor del mundo y, cómo no, sobre los desarrollos tecnológicos que garanticen mejoras en las instalaciones para los visitantes. Vamos, todo lo que el viejo Hammond soñaba desde la primera novela. Pero, ¿qué hace diferente a este juego de todos los demás de la franquicia?

Juegos relacionados con Jurassic Park hay para contar a montones. Desde que la primera película viera la luz en los ya lejanos años noventa, estuvo claro que la historia tenía potencial para los videojuegos, pero siempre hubo un problema que separó al producto final del “toque” mágico que todo buen juego tiene. Vayamos con calma y veamos esto, como dicen por ahí, paso a pasito y poquito a poco.

Pensemos en, por ejemplo, Jurassic Park para la NES (1993). Era un juego sí, limitado por la época, pero sumamente entretenido donde teníamos que rescatar a Tim de una estampida y a Lex mientras combatíamos con un tiranosaurio, todo esto luego de acabar con decenas de pequeños carnívoros usando nuestro siempre confiable rifle… espera, ¿cuándo pasa eso en la película?

Ah… La siempre rudimentaria pero mágica NES

Este problema era uno muy común para los juegos que de una u otra forma buscaban aprovechar esta fantástica historia. Siempre, o casi siempre, había protagonistas armados, dinosaurios “indefensos” y recorridos en medio de la selva por lugares jamás vistos en la película. Era divertido y llenaba las expectativas pero solo hasta cierto punto porque la experiencia, a pesar de las risas, tendía a distanciarse del nombre Jurassic Park.

Los esquemas tradicionales, como las plataformas y shooters, no terminaban de encajar con la película porque era sumamente difícil ponerlos en contexto cuando las escenas de combate en el film eran mínimas y las plataformas igualmente escasas. Y con esto no quiero decir que estos primeros juegos fueran malos, porque de hecho entretenían bastante, pero sí que les hacía falta el ingrediente secreto para quedarse en nuestra memoria.

Todos recordamos ese momento donde el Dr. Grant plomea a Rexy, ¿verdad?

Jurassic World Evolution se olvida de todos esos intentos previos y opta por la estrategia relacionándola no sólo con lo visto en la película que lo inspira sino también con lo explorado por las anteriores. Somos un administrador que será puesto a prueba en las Cinco Muertes, islas identificadas por condiciones climatológicas distintas y, por tanto, con diferentes tipos de parque. Nuestra misión es desarrollar y mantener activos los centros de atracciones mientras negociamos con tres distintos asesores que nos proporcionarán contratos y misiones especiales, que tienen por finalidad desbloquear avances científicos, turísticos y de seguridad.

Los tres consejeros

Así, sin más problemas y complicaciones, estamos frente a un juego que identificó perfectamente uno de los géneros más acordes al lore cinematográfico de Jurassic Park. No hay necesidad de inventar nada, modificar partes de la historia ni rebuscar por mecánicas adecuadas para la jugabilidad.

Ahora, ¿qué nos ofrece Jurassic World Evolution? El plato fuerte es, cómo no, la creación y modificación de dinosaurios (que se corresponde con el elemento científico del juego). Tendremos a nuestra disposición grupos de excavadores (aunque iniciamos solo con uno) dispuestos a viajar por todo el mundo en busca de los mejores fósiles de los cuales extraer ADN. El ADN sirve para recrear las cadenas necesarias para incubar a los animales, así que entre más material genético desenterremos de una especie, mayores cosas podemos hacer con ella.

Para dinosaurio vamos recolectando su cadena de ADN. Según el porcentaje conseguido, vamos cambiando las estadísticas al momento de incubar un especímen

Por otro lado, tenemos las atracciones del parque, que corren a cargo del asesor turístico y que incluyen tiendas, restaurantes, baños y, por supuesto, dino-exposiciones. El chiste, como sospecharán, es atraer a la mayor cantidad de público con la variedad que nos permita la isla y nuestra estrategia de construcción, porque, y aquí es donde se une el aspecto científico con el comercial, no todos los dinosaurios tienen predilección por todos los terrenos y especies.

Esto significa que en Jurassic World Evolution no basta con ir y desenterrar todos los fósiles posibles, sino más bien pensar en qué tipo de dinosaurios queremos tener: ¿herbívoros pequeños? ¿Herbívoros grandes? ¿Herbívoros de todos los tamaños? ¿Y qué me dicen de los carnívoros? ¿Es posible tener carnívoros y herbívoros conformando una población estable? Las posibilidades son inmensas y todo se reduce a las ganas que tengamos por experimentar.

Al momento de incubar un dinosaurio, podemos seleccionar sus características «especiales», las cuales vamos desbloqueando a partir de investigación científica

Ahora, si el asesor científico nos indica qué investigaciones podemos hacer y el turístico nos proporciona las atracciones para el parque, ¿dónde entra el agente de seguridad? ¡Ah! Interesante detallito ese… Verán, debido a que cada dino cuenta con sus propias especificaciones de terreno, comida y compañía, resulta vital tener a la mano un buen grupo de agentes, terrestres y aéreos, que nos ayuden a controlar cualquier contingencia producto del mal humor de nuestras prehistóricas mascotas, ya saben, para evitar que los visitantes sean la merienda del medio día…

La seguridad se complementa con la ciencia y el turismo, mediante indicaciones de qué tan sociable es un dinosaurio, cuánto espacio necesita, qué come y el tipo de genes con los que fue creado. Durante la incubación, tenemos la posibilidad de modificar el genoma del producto para hacerlo más bonito, resistente, longevo o feroz (por mencionar algunas opciones), dependiendo del tipo de espectáculo que deseemos ofrecer. De este modo, por ejemplo, si quisiéramos armar una carnicería jurásica podríamos tener un tiranosaurio, carnotauro y un grupo de velociraptores, en un mismo hábitat, y ver cómo luchan entre sí por la supervivencia.

Cada dinosaurio, una vez liberado, actuará según sus preferencias y si éstas no son satisfechas, su comportamiento se volverá violento

El funcionamiento del parque se mide con una escala de popularidad dividida en dos partes iguales: calidad de dinosaurios y tipo de estructura turística. Para la evaluación de los animales, debemos considerar cosas como la variedad, cantidad y tipo de dinos creados, es decir, si tenemos muchas especies, pocas, si todos son herbívoros, carnívoros, etc.; este apartado va de la mano del tipo de isla en el que estemos jugando, ya que algunas serán más pequeñas y no nos permitirán tener especímenes que requieran una gran cantidad de espacio como, por ejemplo, un braquiosauro. Otra cosa a tener en cuenta es el bienestar de los animales, la gente estará atenta a si tus principales atracciones están sanas, enfermas o si hay cadáveres entre ellas, lo que sin duda restará puntos al parque. La estética también cuenta y entre mejor luzcan los dinosaurios, más visitantes tendremos en la isla, pero hay que tener cuidado de mantener un equilibrio para que no parezcan dinosaurios futuristas o completamente irreales.

En cuanto a la estructura turística, el juego, déjenme decirles, es más exigente. Debemos mantener contentos a los turistas y para ello necesitaremos una correcta distribución de las tiendas, restaurantes, baños, salas de exposición, centros “especiales”, caminos, cercas y demás elementos que podemos construir. Tenemos a disposición tiendas de regalos, de juguetes, boleramas, centros de videojuegos, tiendas de comida rápida, restaurantes, centro de fósiles, estaciones de trenes y demás, que debemos, por otro lado, controlar según lo que busquemos del parque: si queremos más dinero, podremos aumentar los precios; si queremos motivar la variedad de consumo, tendremos que variar el tipo de producto que ofrece cada establecimiento, y si deseamos aumentar la cantidad de visitantes, basta con abaratar el precio de venta.

Ambos aspectos se combinan para darle una puntuación a nuestra isla. Si jugamos en modo campaña, esta puntuación nos permitirá desbloquear nuevos edificios y mejoras para los ya existentes, y si, en cambio, jugamos en algún desafío, pues la puntuación se convierte en el objetivo a lograr en la menor cantidad de tiempo.

Mira nada más ese orden…

Hasta aquí no parece haber gran diferencia respecto a otros juegos clásicos del género de la gestión, como Civilization o Sim City, por citar algunos ejemplos, todo suena parecido, salvo por un detallito interesante. Una vez que tengamos cierto nivel de seguridad, es decir, construidos el centro de seguridad o de helicópteros, podremos, ante cualquier eventualidad o por simple placer, pasear por toda la isla hasta el cansancio, lo que significa que podemos atender, de primera mano, las emergencias que surjan durante la partida, y esto hace que Jurassic World Evolution se sienta “real”.

El resolver las problemáticas del parque de primera mano, como sedar a un dinosaurio agresivo fuera de su hábitat o curar a alguno enfermo, es una sensación que nos sumerge en el papel ya no del administrador, sino del parque en sí. Nos convertimos en un elemento más de la isla, una pieza del complejo engranaje que mantiene andando a las atracciones. Créanme cuando les digo, queridos amigos, que buscar dónde están las torres de energía que fallan, en medio de una tormenta, con todos corriendo y un par de dinosaurios vagando por ahí, genera una sensación muy cercana a lo visto en todas las películas de la saga.

Así es la vista desde un helicóptero y mientras se busca dispararle a algún dinosaurio fugitivo

Vivimos el auge y declive de nuestro parque mientras negociamos con las facciones ya mencionadas. Para cada isla tenemos que resolver tres misiones, una por asesor, que nos plantean retos acorde al estado de la historia y al lugar. La historia, creada tomando en cuenta los personajes de las películas y varios de sus eventos, no rompe la ilusión pues nos plantea un escenario “intermedio” entre el funcionamiento del parque y su caída, por lo que no estamos atendiendo únicamente cuestiones de la administración, sino también situaciones de intriga y mentiras. Al más puro estilo de los juegos de estrategia clásicos, charlamos con los personajes, conocemos sus inquietudes y entendemos, en parte, sus motivaciones, algo que nos mantiene entretenidos durante las cinco diferentes etapas que dura la campaña (una por cada isla).

Mantener el equilibrio entre las facciones es también importante cuando llegamos a la mitad de la aventura, donde “desbloqueamos” el sabotaje, de modo que cualquier facción que se sienta desplazada en el funcionamiento del parque siempre podrá sabotear ciertas atracciones para dañar nuestra gestión y, por ende, la puntuación de la isla. Estos sabotajes varían de objetivos y momentos, siendo los más molestos los que se presentan durante alguna contingencia.

En el menú podemos ir revisando la reputación que tenemos con las diferentes facciones, así como los contratos activos

La adicción en este juego surge por las prometedoras combinaciones que podemos implementar en nuestra partida, no sólo al momento de crear dinosaurios sino también al buscar repartirlos por el parque. Al inicio nos parecerá simple el ir acomodando las estructuras y poniendo caminos, pero como todo título de gestión, Jurassic World Evolution ataca nuestra fibra obsesiva y despliega su arsenal de posibilidades conforme avanzamos en la historia. Cuando llegamos al final de la campaña, desbloqueados todos los edificios, mejoras, dinosaurios e islas, la sensación de querer más es inevitable, y al saber que podemos continuar en otros modos de juego… Es irresistible probarlo.

Y aquí tengo que hacer énfasis en la gran diferencia que existe entre el modo campaña y el estilo desafío, donde las reglas del juego cambian y nos ponen en un escenario más “real”, menos amigable con nuestras decisiones: los dinosaurios pueden ser más difíciles de manejar, es necesario gestionar bien las centrales eléctricas, se nos quita cierta cantidad de dinero periódicamente, la probabilidad de contingencia se incrementa, y un interesante etcétera a considerar. Las distintas pruebas de desafío hacen honor a su nombre y realmente pueden ponernos en aprietos cuando jugamos dificultades altas, pues se asume que dominamos todas las mecánicas aprendidas durante la historia.

Basta darnos una vuelta por el siempre fértil terreno de YouTube para ver la clase de adicción que puede desencadenar este juego y la diversión que de ella se desprende. Es un mundo de oportunidades esperando a que lo tomemos y el mismo juego nos lo dice si revisamos sus logros. ¿Qué pasa si enfrento a un tiranosaurio con un Indóminus? ¿Y si un herbívoro ataca a los visitantes? ¿Qué tal si un Spinosaurus se enfrenta al siempre querido Tyrannosaurus? ¿Qué pasa si creo un solo hábitat gigantesco y en él pongo a todos mis dinos? Bueno… ustedes se lo imaginan.

Fight!

Claro que Jurassic World no es perfecto: la IA de los agentes de seguridad suele tardar en cumplir su trabajo y en algunas ocasiones se atoran a mitad del camino; los visitantes gustan de caminar en medio de la lluvia (lo que sin duda rompe un poquitín la inmersión); algunos dinosaurios son realmente insoportables; se extrañan especies aéreas y marinas; ciertas islas podrían aprovecharse mejor de ser un poco más grandes; no puede construirse en todo el terreno ni modificarlo a placer y la historia, a pesar de contar con todo el fan service del mundo, se pierde conforme avanzamos en ella, pasa a segundo plano. Hay fallas, pero en términos generales, no puede pedirse mucho más de un juego de gestión y estrategia limitado por el lore de todo un universo cinematográfico.

En lo personal, agregaría que el manejo de la cámara es, en ciertos puntos, tedioso, pero habiendo jugado la versión de consola, no puedo sino entender que para este tipo de juegos no pueden hacerse maravillas teniendo un par de joysticks y no un mouse. Por otro lado, no probé ninguno de los DLC’s porque no suelo aceptar el sistema de negocio… venga ya, que soy pobre y no me ha alcanzado para comprarlos…

Los gráficos están muy bien, estupendos para un juego de este género, y la música toma las composiciones ya conocidas por todos y las reproduce en momentos específicos, no hay gran novedad en ese apartado. Los controles son simples y es fácil adaptarse a ellos. Algo que tal vez cause incomodidad, sobre todo para los amantes de la gestión, es la poca profundidad de sus estadísticas. Sí, se pueden revisar los ingresos, gastos, puntuaciones, edificios y demás en la ventana del menú, pero se trata de cifras básicas, nada que permita jugar “directamente” desde los datos y refinar ciertas estrategias de juego.

Una forma de revisar cómo está funcionando nuestro parque es revisar constantemente el mapa de la isla, donde se muestra a los dinosaurios, edificios y otras cosas

Jurassic World Evolution nos ofrece una buena dosis de diversión y rejugabilidad cuando tomamos en cuenta los desafíos, su dificultad y el modo libre, donde podemos construir el parque de nuestros sueños o el de las pesadillas de los turistas, uno nunca sabe. La gran cantidad de genes y las mejoras que provocan en los dinosaurios da para mucho cuando intentamos probar combinaciones para mejorar nuestra puntuación.

En general, estamos ante un juego que le viene perfecto a la temática de los dinosaurios, con buena dosis de entretenimiento y suficiente rejugabilidad. Si ustedes son amantes de la franquicia o gozan de la gestión que estos juegos ofrecen, sin duda deben probar este título, no los decepcionará. Si lo que buscan es rememorar esas viejas etapas de la infancia o compartir su afición por los dinosaurios con alguien más, como con sus hijos, por ejemplo, este juego es ideal. Jurassic World Evolution no es el mejor título del género, pero la verdad es que no tiene desperdicio y, para serles sincero, ya extrañaba un desarrollo que me hiciera sentir, de una vez por todas, la magia de vivir en un parque de diversiones prehistórico.